ESOS NO SON CUBANOS

POR: Randy Caballero Suárez

Baracoa

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Con esta expresión se refería un campesino de este municipio de Baracoa a varios inspectores integrales, miembros de la Dirección Municipal de la Vivienda y funcionarios del Poder Popular; quiénes luego de aplicarle una multa de quinientos pesos por una ampliación hecha sin su autorización a su domicilio le amenazaron con confiscarle sus tierras si volvía a cometer semejante acción, pues el código de la vivienda en uno de sus párrafos estipula ese tipo de sanción contra los infractores que por segunda vez cometan alguna violación de esta índole; como periodista independiente me dirigí a la búsqueda de Braudilio, así se llama nuestro campesino, residente en la localidad de Jobo Dulce, el cual encontré sin ningún tipo de problemas pues a pocos metros de apearme de la camioneta en que viajaba, según la orientación que me habían dado, divisé a unos cinco guajiros que comentaban al respecto. Al acercarme al grupo y preguntar sobre la persona que buscaba uno de ellos; el más anciano de todos se me acercó preguntándome para que lo buscaba; le referí que era defensor de los Derechos Humanos y que mi propósito era denunciar su caso a los medios internacionales para que su el mismo no quedara impune; que al menos se conociera dentro y fuera de Cuba; este, sin pensarlo siquiera me echó el brazo al hombro y sin despedirse de sus compañeros me obligaba a dirigirme tierra adentro hacia su vivienda; una vez allí aquel anciano me mostró los restos de la ampliación demolida por los funcionarios del gobierno y los inspectores de la Dirección Municipal de la Vivienda; a los cuales aún debe el día de trabajo, me comentó enseñándome un pagaré que debe cumplir antes de treinta días, pues según está manifestado en el código de la vivienda el infractor está en la obligación de pagar el día de trabajo a la brigada que lleve a cabo la demolición de la ilegalidad. El pobre y anciano campesino me narraba los pormenores de aquella aventura cometida el día 23 en horas de la mañana, justo cuando se disponía a salir para el campo y abonar con cada gota de sudor una tierra que se empeña en negar sus frutos, el mismo me preguntaba si era posible que unas autoridades así gobernaran este país, los cuales nunca han tenido que pasar por semejante atropello y que al gozar de lujosas casas y de un modo de vida totalmente diferente al suyo han olvidado o nunca han sufrido los sinsabores de la vida en el campo, me decía si creía posible que uno de esos funcionarios haya trabajado en el campo tanto como él, si alguno de ellos ha sufrido lo que ha sufrido el tratando de arrancarle a la tierra el fruto que esta se empeña en negarle día a día, si creía posible que esa pequeña ampliación demolida, la cual había sido realizada sin la orden de construcción debido a la reiterada negativa de los burócratas funcionarios encargados, valía quinientos pesos de multa. Ante mi silencio y conocedor de que hablaba con la persona correcta, encendió un pedazo de tabaco que guardaba en el bolsillo de su camisa y me dijo: vez esa casa al otro lado de la cerca, ahí vive Vicente Disotuar, quién era miembro del Ministerio del Interior, el me conoce bien, sabe que en mi casa no se paga el Comité ni se asisten a reuniones ni se vota por los Delegados del Gobierno, sabe que estoy en contra del sistema y por eso me denunció a la Vivienda, por eso me han multado y me han amenazado con quitarme mis tierras esos degenerados, pero ni el ni esos que cometieron esa injusticia contra mi son cubanos porque nunca han pasado por el dolor y el sufrimiento que este pueblo pasa a diario, convencido yo también de que Braudilio, iba por el camino correcto le reafirme lo dicho por el poniéndole la mano en el hombro y diciéndole, es verdad, esos no son cubanos.

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