El comediante en jefe no tiene quien le escriba

Por Cristian Toranzo Fundichelly

Hay una fuerza que puede aplastar a la cucaracha enardecida, convirtiéndola en un cero a la izquierda como se dice, y es la ignorancia.

Una cosa es ignorancia y la otra es ignorar y es lo que le sucede a Fidel Castro desde que comenzó sus balbuceos en torno al conflicto Estados Unidos con Irán. No sabemos por qué pero podríamos hacer un análisis al respecto.

Castro es un hombre público, un hombre al que le gustan las cámaras pero sucede que ya nadie le hace caso. Hace varias semanas que se ha convertido en el vocero iraní internacional y ha comenzado a coquetear con todos los presidentes y regímenes del mundo, especialmente con el de Obama, pero nadie responde a sus reflexiones ni a sus ataques verbales. Es alguien parecido al mentiroso o al borracho que nadie los toman en serio, que aunque diga la verdad, todos lo ignoran. El pobre no tiene ni quien le escriba, ni quien le responda.

Pues precisamente ese es su objetivo: seguir ofendiendo todo y a todos que no comparten sus ideas, pero su carnaval pasó.

Mientras un pueblo sufrido y esclavo se halla en una crisis total en una hecatombe humana en su lucha por sobrevivir. Muchos me preguntan por qué este señor se empeña en hacer de Mesías de la humanidad y la tierra prometida que anunció al principio de su poder se ha convertido en un montón de escombros.

Es gracioso. El comunismo es tan imperfecto que ni siquiera es capaz de distribuir la miseria igualitariamente. No quiero ofender a Castro, no es mi intención, ni bajarme a tanto, ni tampoco responder a sus reflexiones. La verdad es que ninguna me dice nada importante, ni mucho menos que me tome como el primero en responderle.

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